Ads by Smowtion.

jueves, 18 de febrero de 2010

EL TIEMPO NO CORRE, MÁS BIEN VUELA.

Llevo más de 20 años con esa sensación, pero últimamente, es como si todo pasara ante mis ojos, a una velocidad realmente preocupante.

Sandra tiene ya 14 años. Iván 12. Me casé hace casi 20. Más de 4 años sin ti, papá. Y más de tres sin ti, mami. Mi percepción de ese tiempo que ha pasado, es bien distinta.

Recuerdo los últimos días que pasamos juntos, con la misma intensidad que lo haría si éstos hubieran sido los de la pasada semana. En muchas ocasiones, al volver de dar una vuelta por vuestras casas, os siento tan cerca, que es como si acabáramos de comer o cenar juntos y nos hubiésemos despedido, con un beso, como siempre hacíamos, algunos minutos atrás.

Y con los críos me ocurre igual. Los he visto crecer. Hemos compartido, y por suerte seguimos haciéndolo, todos y cada uno de los días, meses y años, de su vida. Jugamos juntos, estudiamos juntos, comemos juntos.

Sin embargo, los años transcurren a una velocidad vertiginosa. Sandra ya es toda una mujercita. A Iván, le queda poco para dejar de ser el encantador niño que aún es ( cansino, sí, cabezón como él solo, también, pero encantador y cariñoso como pocos ).

Soy consciente de que nunca volveremos a disfrutar de y con ellos, en la forma en la que lo venimos haciendo hasta el momento. Seguirán siendo siempre nuestros hijos, pero no será lo mismo. Pronto, aunque cuanto más tarde mucho mejor ( reconozco que soy un poquito egoísta en este aspecto ), comenzarán a sentir la necesidad de compartir parte de ese tiempo que ahora nos dedican casi en su totalidad, con otras personas. Amigos, novios, novias, ... . Y es algo completamente normal y lógico. A todos nos ha pasado algo similar.

No hemos dejado de adorar a nuestros padres, pero la vida consigue que, al hacernos mayores, tomemos unos derroteros que, en cierta forma, nos apartan de ellos.

Desde hace tiempo, soy plenamente consciente de vuestros sentimientos, a la hora de enfrentaros, conmigo, a todas estas situaciones. Y encima, en mi caso, siendo, como soy, el único hijo que tuvisteis.

Mucha gente nos lo advirtió: “ disfrutad de los niños mientras aún lo son. Luego ya no será igual “. Yo presentía que tenían razón, pero es ahora cuando verdaderamente comprendo cuánta y a lo que se referían al hacer tal comentario.

Acaban de pasar las Navidades. Ya tenemos la Semana Santa encima. Muy pronto les darán las vacaciones de verano. Y, de nuevo, llegará la Navidad. Los lunes parecen ir unidos a los viernes. El fin de semana pasa en un suspiro. Y yo no sé cómo echar el freno, jajaja.

En fin. Poco se puede hacer al respecto. Seguir con ellos, ayudándoles en todo ( y no me refiero precisamente a la faceta económica ). No es dinero, ni excesos en los regalos, lo que realmente les hace falta. Darles todo nuestro cariño y, si nos es posible, algo más ( puesto que, lamentablemente, tarde o temprano, no estaremos aquí para continuar ofreciéndoselo ). Educarles para que, sobre todas las cosas, sean buenos y, por supuesto, respetuosos con los demás. Para que no sean unos consentidos y que antepongan el dinero a lo que verdaderamente importa.

Hacerles comprender que en esta vida, lo que importa no es ese dinero, ganar más o menos, una vez, claro está, que tienes cubiertas tus necesidades vitales ( en mi caso, tranquilidad, música para escuchar en todo momento, películas con las que emocionarme, y libros, muchos libros, que nos transporten a otros lugares, en el tiempo y en el espacio ), resulta indiferente el hecho de que tu extracto bancario arroje saldos de 3, 4, 5, 6 o más cifras. Son sólo eso, cifras. Y las cifras, nunca sustituirán al cariño de la familia, o a nuestra deseable paz interior.

Si ya de por sí, la vida es demasiado corta, no podemos desperdiciarla así. Debe ser muy triste, llegar al final, y, al mirar atrás, comprobar que la has dedicado a conseguir inútiles ganancias económicas que lo único que proporcionan, son placeres más bien momentáneos y absolutamente perecederos.

Vivir obsesionado con esas ganancias fabulosas, por vivir mejor que los demás, por demostrar nuestra , en muchos casos falsa, opulencia económica, por conducir el mejor coche, poseer la mejor vivienda, ...., eso no es vivir. Eso debe ser amargarse en vida. Debemos tener cubiertos, eso sí, y como ya he dicho, unos mínimos ( lo suficiente para mantener la casa y a nuestras familias ). Pero, una vez logrado, lo demás es completa y absolutamente superfluo.

Es llevar una vida preocupantemente superficial, amargada, llena de tensión y complejos, y, sin la menor duda, desaprovechada por completo.

Lo que realmente me importa es llegar a casa y ver como mis hijos corren a abrazarme, a enseñarme lo que han hecho hoy en el Instituto, a contarme todo lo que les ha ocurrido, a sentarme, incluso por la fuerza ( aunque les diga que tengo que hacer antes algo ), a su lado, para hablar conmigo. A veces, no me dan tiempo ni a quitarme el abrigo.

Y por la noche, nada mejor que escuchar algo de música, cantar un poquito en mi karaoke particular, leer, o sentarme, plácidamente, a disfrutar de una buena peli. Eso sí es vida. Y el resto, sólo tonterías y vanalidades.

Tan sólo sigo echando de menos a esas dos personitas que tanto me quieren, que se han desvivido por mí durante más de cuatro décadas, y que han conseguido, con su amor y ese tremendo y desinteresado esfuerzo, que los siga adorando, y que nunca, nunca, nunca, se aparten de mi cabeza. Y sois vosotros queridos Papás.

Un beso muy fuerte. Os quiero mucho. Hasta esta noche.

No hay comentarios:

HAZ CLICK AQUÍ.